La verdad sobre la agonía de Carlos II: los últimos días del rey más enfermo de España
La figura de Carlos II, el último rey de la Casa de Habsburgo en España, es un símbolo trágico de la decadencia de una dinastía que alguna vez dominó gran parte de Europa. Su vida estuvo marcada por una enfermedad crónica que no solo afectó su salud física, sino que también tuvo profundas repercusiones políticas y sociales en su reino. En este artículo, exploraremos los últimos días de Carlos II, un periodo turbulento que culminó con su muerte en 1700 y que dejó a España al borde de una crisis dinástica.
La decadencia de la Casa de Habsburgo y el estado de Carlos II
Carlos II nació el 6 de noviembre de 1661 en el Palacio Real de Madrid, hijo de Felipe IV y Mariana de Austria. Desde su nacimiento, su salud fue problemática; los rumores de que era un "rey maldito" circulaban entre sus contemporáneos. Se le atribuyó una serie de enfermedades, que van desde problemas de movilidad hasta trastornos mentales, lo que llevaba a que muchos consideraran su realeza como maldita. Los cronistas de la época, como el famoso historiador Henriquez de Villalobos, documentaron cómo la inestabilidad física del rey se reflejaba en la inestabilidad política del país.
La endogamia de la Casa de Habsburgo, que había buscado mantener su pureza de sangre a través de matrimonios familiares, había dado como resultado una prole débil y enferma. Este hecho se convirtió en un tema recurrente en la corte, donde las intrigas políticas y los rumores sobre la incapacidad de Carlos II para gobernar no eran raros. En 1675, a la edad de 14 años, Carlos II fue declarado rey, pero su condición lo mantuvo alejado de las decisiones de estado, y su madre, Mariana de Austria, asumió la regencia.
Los últimos días de Carlos II y la realidad de su enfermedad
La salud de Carlos II continuó deteriorándose a medida que se acercaba el año 1700. En un contexto donde su reinado era cuestionado y la guerra de sucesión estaba a la vista, el rey luchó con problemas de movilidad severos y un estado mental que se volvió cada vez más errático. Se dice que en sus últimos días, Carlos II, inmovilizado por la enfermedad, pasaba horas en un estado de semiinconsciencia, incapaz de distinguir entre la realidad y la alucinación. Los informes de consejeros reales revelan cómo su incapacidad para gobernar llevó a un aumento de la corrupción y el descontento entre la nobleza.
El 1 de noviembre de 1700, Carlos II realizó su último acto de voluntad. En un documento conocido como el "Testamento de Carlos II", decidió que su heredero sería el duque de Anjou, Felipe de Francia, un movimiento que sellaría el destino de la monarquía española y daría inicio a un conflicto que cambiaría para siempre el mapa de Europa. La elección de Felipe como sucesor fue interpretada como una traición por parte de muchos en el continente, que veían en él la posibilidad de la unión de las coronas de Francia y España.
La muerte de Carlos II y el impacto en Europa
La muerte de Carlos II el 1 de noviembre de 1700 a las 8:00 de la mañana en el Palacio Real de Madrid fue un momento de gran tensión en Europa. En su lecho de muerte, se dice que el rey murmuró palabras ininteligibles, lo que alimentó aún más los rumores sobre su estado mental y la naturaleza de su reino. Su cuerpo, que se había vuelto un símbolo de la decadencia de la Casa de Habsburgo, fue preparado para el entierro con ceremonias que contrastaban dramáticamente con la condición en la que había vivido.
La noticia de su muerte se propagó rápidamente y provocó un gran revuelo en la corte europea. Los monarcas temían que la unión de las coronas de Francia y España bajo un mismo rey alterara el equilibrio de poder en Europa. Esto dio inicio a la Guerra de Sucesión Española, un conflicto que duraría hasta 1714 y que redefiniría el mapa político del continente, marcando el comienzo del fin de la era de los Habsburgo en España.
Legado de Carlos II: Grandeza y Ruina
El legado de Carlos II es un recordatorio trágico de cómo la grandeza de una dinastía puede desmoronarse en la ruina debido a decisiones de generaciones pasadas. Su vida y muerte simbolizan la lucha por el poder en un periodo de agitación y cambio. A través de su historia, se puede ver cómo la enfermedad y la incapacidad para gobernar pueden tener repercusiones que trascienden la vida de un solo individuo y provocan un verdadero cambio en la historia de un país.
Como señala el historiador Joaquín Salvador Lavado, "Carlos II fue un rey atrapado en un cuerpo que no le servía, un prisionero de su propia herencia". Su existencia fue una cruel ironía, una vida llena de grandeza que terminó en la más abyecta decadencia.
Hoy, España y el mundo recuerdan a Carlos II no solo como el último de los Habsburgo, sino como un símbolo de las consecuencias trágicas de una monarquía que, en su auge, había sido un pilar de poder en Europa. El "rey maldito" no solo dejó un legado de sufrimiento personal, sino también un vacío que afectaría a generaciones venideras y que todavía resuena en la historia de Europa.